El ajedrez: herramienta para el juego de la vida
Aficionados comparten tácticas y movimientos en un ambiente sano, educativo y divertido
MILDRED RIVERA MARRERO
En medio de la habladuría y el “va y viene” de un “food court”, un grupo de jóvenes y adultos se concentra y, como si no ocurriera nada a su alrededor, piensa en las estrategias más adecuadas para mover las 16 piezas en el tablero cuadriculado de su mesa y salvar a su rey.
El ajedrez es el centro de atención de jugadores que se reúnen en las tardes, de lunes a sábado, en el área de comida del centro comercial San Patricio, en Guaynabo, para enfrentarse de forma amistosa en una “contienda” que les permite divertirse, conocer gente, competir con personas de diversas edades, estimular la memoria y desarrollar aptitudes como disciplina, capacidad de análisis, concentración y razonamiento matemático.
“Es una herramienta para toda la vida”, expresa Ismael R. Soto González, presidente de la Federación de Ajedrez de Puerto Rico, sobre el juego de mesa que, como maestro y árbitro internacional, ha logrado enseñar a muchas personas. “Lo pueden jugar personas de todas las edades y personas con discapacidad, tenemos un jugador ciego. El límite lo ponemos nosotros. Es cuestión de intentarlo y, si no te sale, volver a intentarlo, como en la vida”, afirma.
En una mesa cercana, Gregorio Rodríguez, de 50 años, murmura: “Juega como si supiera”, ante muchos de los movimientos que hace su pareja de mesa, Guillermo Dávila Nieves, de 79 años. Mientras, este le contesta: “Ah, sí. Ah, sí”, cuando mueve alguna de sus piezas. Como en las otras parejas de jugadores, es mucha la concentración y poco el diálogo. Observan las movidas del otro, piensan una estrategia, toman una pieza, la mueven en el tablero, a veces la devuelven al lugar original, y se toman su tiempo antes de hacer su movida final. Otras veces, el movimiento es rápido.
Gregorio cuenta que aprendió mirando y jugando con el grupo que solía reunirse en la antigua tienda Borders, que cerró hace 13 años en Plaza Las Américas, en San Juan. “Vengo para mantener la mente ocupada. Hago Uber y, cuando me desocupo en la tarde, para no quedarme en casa sin hacer nada, vengo aquí”, explica.
Guillermo, por su parte, aprendió en Estados Unidos. “Jugaba con los polacos y los alemanes. Allá, jugaban en los parques y yo aprendí mucho con ellos”, cuenta el aficionado, quien luego conoció a Ismael y ha seguido practicando y aprendiendo. Minutos más tarde, se cambiaría de mesa para jugar con otro de los asiduos jugadores. “Nos entretenemos en esto. Nos gusta. Es un pasatiempo bueno, tonifica la mente”, destaca.
Héctor Agosto Bonilla, de 70 años, también lo aprendió en su juventud, pero en Alemania, mientras estuvo en el Ejército. Le enseñó otro soldado puertorriqueño “y me ‘jukié’. Cuando llegué a Puerto Rico, mi primo también estaba ‘jukiao’ y jugábamos debajo de un poste”, rememora.
Sobre los beneficios, menciona que “yo padecía de depresión y esto me ha ayudado. El psicólogo (del Hospital) de Veteranos me dijo que hiciera un deporte”.
Asiste al centro comercial semanalmente y está cerca de cinco horas cada vez, o “hasta lo que mi esposa me permita”, dice con una sonrisa, para luego mencionar rápidamente que la práctica del ajedrez también evita el Alzheimer.
Para Oscar Rivera, su competidor, una de las cosas que más le atraen del ajedrez es que es un juego más lógico que emocional, que se puede jugar con personas diversas, incluso si no hablan el mismo idioma. “El lenguaje es matemática”, afirma.
En otra mesa, la pareja integrada por Félix Peña Castro, de 62 años, y Marcelino Orro, de 88, es todo concentración. Minutos más tarde, Marcelino recuerda que, aunque aprendió de joven, no fue hasta que se jubiló, a sus 65 años, que empezó a jugar más. También iba a Borders y “vi cómo jugaban, que era un juego de cinco minutos total, y me enganchó. He tratado de salirme de esto, pero no se puede, esto agarra a uno de una forma bárbara. Este juego es una maravilla”.
Fue otro de los que comparó el juego con la existencia. “Es fácil nacer, pero toma la vida entera aprender. Es fácil empezar y mover las piezas, pero después toma mucho, mucho tiempo y cuando más tiempo toma, más hay que aprender”.
Mientras, Félix recuerda que aprendió a jugar en cuarto o quinto grado en su escuela, en la provincia de Holguín, Cuba, y desde entonces se hizo fanático del ajedrez.
“El ajedrez te ayuda a organizarte. Te disciplina. Hay apertura, medio juego y unos finales y no puedes violar eso. Te ayuda a razonar y, como en la vida, a ver cuántas variantes hay ante un problema y saber escoger la mejor, que no siempre lo hacemos, ni en la vida, ni el juego. Esto se debería implementar en las escuelas porque es entretenido y no cuesta mucho”, comenta el hombre, que aprovecha para acompañar al grupo por estar de vacaciones.
De hecho, una de las cosas que hace Ismael desde su presidencia en la Federación de Ajedrez es ir a las escuelas para dar clínicas a los estudiantes, así como fortalecer los clubes que se reúnen en diferentes municipios.
“El ajedrez es una herramienta, no solamente educativa, sino sanadora, que ayuda con la socialización de las personas”, afirmó Ismael, quien también organiza torneos y fomenta la participación de jugadores puertorriqueños en competencias en el exterior. Los interesados pueden llamar al (787) 527-7577 o buscar la página de la Federación en Facebook.
ENTRE LOS MÁS JÓVENES
Precisamente en la escuela fue que aprendió Andrews Dones, de 15 años, quien compartió que ha aprendido mucho con su compañero de colegio, Sebastián Toro, quien es campeón juvenil de Puerto Rico. Empezó a jugar hace unos dos años y a competir, hace como año y medio. En estos días, participa por cuarta vez en un torneo clásico de la Federación de Ajedrez con el fin de prepararse para ir a competir a El Salvador. Según Andrews, quien se ha enfrentado a personas de otras edades, “los jóvenes son más tácticos, más agresivos. Los jugadores que tienen más edad son más posicionales, un juego posición es menos agresivo, más sólido”.
Por su parte, el universitario Fabián Martínez Santiago juega hace como nueve años y aspira a convertirse en árbitro. “El ajedrez te lleva a pensar qué va a hacer tu oponente, hacer un plan y ejecutarlo de la mejor manera. Uno aprende a desarrollar pensamiento crítico, que es esencial en el ajedrez y que te ayuda en la vida también”.
VIVIR A PLENITUD
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