Fernando Colón Osorio: un culebrense egresado del RUM que vuelve a su alma mater con una aportación millonaria
Valeria Torres Nieves
Cuando el culebrense Fernando Cristino Colón Osorio se criaba, era difícil pensar que amasaría una millonaria fortuna como ingeniero de computadoras, que le permitiría, eventualmente, contribuir al desarrollo de jóvenes puertorriqueños con grandes aspiraciones.
Y es que su niñez no fue sencilla. Estuvo rodeada de carencias, principalmente económicas, que eran contrarrestadas con el arduo trabajo de su madre, quien emprendía largas jornadas para proveer a sus hijos. “Nos mudamos de Culebra al barrio Amparo de Río Piedras para que mi mamá pudiera conseguir trabajo. Era una muchacha extraordinaria. Todo lo que soy hoy en día, se lo debo a mi mamá. Ella tenía tres trabajos para podernos mantener”, compartió Colón Osorio en entrevista con El Nuevo Día.
La mujer se levantaba a las 4:00 de la madrugada, para dejar el desayuno y el almuerzo listos previo a comenzar su día laboral, que terminaba cerca de las 10:00 de la noche. Mientras, Colón Osorio se encargaba de sus otros hermanos.
Ante la necesidad, estaba decidido a convertirse en un profesional para poder proveer a su familia lo que jamás habían tenido. Con este empuje, se graduó de la escuela superior Ramón Vilá Mayo, en Río Piedras, y luego fue admitido en el entonces Colegio de Agricultura y Artes Mecánicas (CAAM) para estudiar su bachillerato en ingeniería eléctrica.
Destacó que, para 1970, se convirtió en el primer estudiante de ingeniería del hoy Recinto Universitario de Mayagüez (RUM) de la Universidad de Puerto Rico (UPR) en terminar el bachillerato en cuatro años. Actualmente, la mayoría de los programas de bachillerato en ingeniería del RUM están diseñados para que los estudiantes los completen en un mínimo de cinco años.
“Como yo quería ayudar a mi mamá, yo me hice un compromiso conmigo mismo de que me iba a graduar bien rápido. [...] Cogí 203 créditos en cuatro años. Yo cogía 28 créditos al semestre y 18 en los veranos”, aseguró.
En medio de toda la carga académica, sus profesores vieron su potencial como educador y, durante su último año en el Colegio, le encomendaron enseñar un curso de matemáticas y otro de ingeniería básica. Esta experiencia le hizo enamorarse de la enseñanza y prontamente decidió que era lo que quería hacer el resto de su vida.
Siguiendo los consejos de quien identifica como su primer mentor, el doctor Braulio Dueño, buscó hacer estudios graduados en universidades de Estados Unidos, dado a que ese era uno de los requisitos implícitos para ser catedrático en la universidad.
Pese a que, contó, fue admitido a diversas instituciones de gran prestigio como el Massachusetts Institute of Technology (MIT) y la Universidad de Stanford, optó por la opción que le dio una mejor beca que le permitiría mantenerse económicamente mientras cursaba su maestría y doctorado, la Universidad de Massachusetts en Amherst.
Allí también fue profesor, pero de niños puertorriqueños que residían en comunidades rezagadas de ciudades como Holyoke, Springfield y Chicopee, a quienes invitaba al campus para enseñarles matemáticas.
El éxito ante un revés
A mediados de la década de 1970, Colón Osorio terminó su doctorado y estaba listo para regresar a Puerto Rico con la aspiración de enseñar en su alma mater colegial. Sin embargo, cuando contactó al doctor Dueño, su profesor y mentor, recuerda que le dijo: “Fernando, aquí están cortando empleos; no están contratando a nadie”.
Ante este inesperado revés, el doctor Colón Osorio no tardó mucho en conseguir trabajo, pues lo reclutaron en una importante compañía en el desarrollo de computadoras para la que hizo investigaciones mientras estudiaba su doctorado: Digital Equipment Corporation (DEC).
Desde su primer proyecto, el culebrese se destacó como arquitecto de computadoras. En sus manos estuvo el desarrollo de un procesador para la próxima computadora que crearía DEC. En esta oportunidad, implementó un método matemático que redujo las divisiones de 64 ciclos a tres ciclos.
“Me preguntan si puedo hacer el diseño. Y yo decía: yo soy un campeón, tengo mi doctorado, puedo hacerlo todo”, dijo entre risas al recordar lo complejo del proceso. “Eso fue... bueno, me costó mi primer matrimonio. Trabajé por seis meses, desde las ocho hasta las cuatro de la mañana del otro día”.
Tras el lanzamiento del procesador, uno de los más rápidos en ese momento, le invitaron a un importante simposio de computadoras que realizaban en Aspen, Colorado.
“Ese verano, a este puertorriqueño, de Culebra, lo invitan a Aspen a presentar su diseño. Ahí conozco todas las luminarias del mundo de las computadoras. Desde entonces, mi carrera despegó”, compartió.
En ese momento, el fundador de DEC, Ken Olsen, se convirtió en su mentor. “Me permitió llegar a sitios que nunca me pude imaginar. Me hizo millonario, por mi salario y las acciones que me daban de la compañía. Fue extraordinaria en esa experiencia”, recordó.
En DEC tuvo la oportunidad de colaborar en el diseño de diversas computadoras como la Vax 8600 y la Vxft 3000. En la cúspide de su carrera, dirigió un grupo de 1,600 ingenieros radicados en Japón, Francia, Silicon Valley y Boston.
La clave de su éxito, reconoce, ha sido la seguridad que siempre ha tenido en sí mismo, confiando en sus capacidades y recordando de dónde viene.
Creación de compañías
Al desarrollar una carrera en la industria de la tecnología, coincidió con muchas personas que tenían una visión empresarial amplia. Inmerso en esa cultura, fue adquiriendo conocimientos que le hicieron ver el valor de la inversión en nuevas ideas y en la creación de compañías.
“Massachusetts ha sido, por los últimos 200 años, el centro de concentración de nuevas compañías, está Massachusetts y Silicon Valley. La cultura es de comenzar compañías, y yo estaba dentro de esa cultura. Me acostumbré a eso”, explicó el ingeniero.
Esa visión la combinó con la oportunidad que ha tenido de cumplir su sueño de ser profesor en diferentes universidades de Estados Unidos. Por ejemplo, cuando fue profesor en la Universidad de Brandeis, en Massachusetts, creó un programa para el desarrollo de emprendimientos basados en nuevos conocimientos. Contó que lo más exitoso de ese programa fue ver el crecimiento de los estudiantes, pues muchos llegaron siendo introvertidos y terminaron comunicando sus ideas con claridad.
“La manera en que yo funciono es que comienzo compañías, las vendo o las llevo públicas. Después de eso regreso a la universidad, enseño por un tiempo, encuentro tópicos de interés e identifico estudiantes que son muy buenos y con ellos comenzamos la próxima compañía. Eso lo he hecho cinco veces”, relató el empresario de 73 años.
Devolver a su alma mater y a Puerto Rico
Hace dos años, mirando su exitosa carrera y la fortuna que le había legado, pensaba qué podría hacer con tanto capital. Ya tenía todo lo que quería y necesitaba, y había logrado proveer una vida de lujo a su familia, como se propuso cuando fue a estudiar al RUM.
Entonces, recordó sus duros comienzos, los días que pasó hambre mientras hacía su bachillerato, y lo difícil que puede ser completar una meta académica y profesional cuando no se tienen los recursos económicos.
“Me dije: ‘Fernando, tú tienes mucho dinero, no te lo vas a llevar a la tumba, pero en Puerto Rico hay muchos muchachos pobres que necesitan un empujón. Si le das un empujón, pueden hacer cosas maravillosas’”, relató. “Esa es mi próxima aventura: dar de vuelta a Mayagüez, dar de vuelta a Puerto Rico”.
Así, se contactó con la administración de la UPR en Mayagüez para idear una fórmula en la que pudiera proveer tanto a los futuros ingenieros como al país. De esta manera, comenzó a hacer una contribución que consta de tres fases: otorgación de becas, una cátedra dotal y un fondo de inversión.
Para la primera fase, el doctor Colón Osorio aportó $1.3 millones que se otorgarán en becas para estudiantes de ingeniería del RUM a través de la Fundación Ceiba, una organización que fundó en 2022.
Los recipientes -que deben ser graduados de una escuela superior pública- recibirán, por cinco años, el pago completo de matrícula, libros, computadora, hospedaje y tendrán un estipendio mensual para gastos. Al recibirla, tendrán que firmar un contrato en el que se comprometan a permanecer por, al menos, tres años trabajando en Puerto Rico, indicó Colón Osorio, pues considera que uno de los mayores retos que enfrenta el país es la fuga de capital intelectual.
La segunda aportación, de sobre $2 millones, será para el desarrollo de una cátedra dotal que combine la ingeniería con el desarrollo de empresas. Y, por último, creará un fondo de inversión para la creación de compañías basadas en conocimiento creado en el RUM, que colaboren en el desarrollo económico boricua y que emplee con salarios competitivos a los nuevos ingenieros.
“Lo más natural es que, si tu universidad te da algo, tú des de vuelta a tu universidad. ¿Por qué tú crees que yo he sido tan exitoso? Yo hice mi bachillerato en Mayagüez. [...] Mayagüez me dio a mí una educación increíble que me permitió ser quien soy yo hoy en día. Es natural dar devuelta”, concluyó el ilustre culebrense.
Las solicitudes para las becas están abiertas hasta el 12 de abril de 2023. Las personas interesadas pueden conocer más sobre las mismas, presionando aquí.
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