El Nuevo Dia

Estudian la mente del agresor

Las investigaciones apuntan a que la tolerancia a la violencia va en aumento y parece que se está normalizando

LAURA M. QUINTERO [email protected] Twitter: @lauquinterodz

El Colegio de Estudios Graduados en Ciencias de la Conducta y Asuntos de la Comunidad de la Pontificia Universidad Católica dio a conocer ayer una investigación sobre cómo la violencia a la que han estado expuestos los agresores varones de violencia de género promueve, a su vez, su insensibilización y desconexión moral hasta el punto de que desplazan la culpa a otros y, particularmente, a sus víctimas.

Se trata de la disertación del estudiante graduado Rubén León, quien, además, es director del programa de reeducación y readiestramiento para ofensores de violencia doméstica del Departamento de Corrección y Rehabilitación (DCR).

La doctora Ana Pinilla Díaz, directora del proyecto de disertación, contó a El

Nuevo Día que la investigación demuestra que la normalización de la violencia en la comunidad, la casa y hasta en las redes sociales está fomentando que personas con conflictos de pareja se desconecten de sus valores morales y recurran a la violencia para manifestar su ira descontrolada.

“Las investigaciones parecen apuntar a que estas actitudes y tolerancia a la violencia van en aumento, por lo que parece que se está normalizando en nuestro entorno”, advirtió Pinilla Díaz.

Las muestras se tomaron entre los participantes del programa en las distintas regiones del DCR, con excepción de Aguadilla, donde fue imposible por el cierre provocado por la pandemia de COVID-19.

El estudio encontró que es mayor la cantidad de agresores que fueron testigos de violencia (o tuvieron una exposición indirecta), que aquellos que fueron víctimas directas de abuso psicológico, físico o emocional.

Los varones participantes también señalaron que la mayor exposición provino de la violencia observada en la comunidad y en las redes sociales.

Entre los hallazgos, destaca, asimismo, que los mecanismos que usan los agresores para desconectarse moralmente de sus actos son desplazar la responsabilidad a otros, difundir la responsabilidad entre muchos e irónicamente encontrar justificaciones morales para sus actos. Los ejemplos abundan. Entre ellos, está la típica queja de que la mamá los crio mal, las amigas le inculcan ideas o que en el trabajo tienen malas influencias. Además, atribuyen la culpa a la víctima.

Aunque no fue foco de atención en la investigación, la profesora reafirmó la importancia de que se retome y atienda el reclamo de educar con perspectiva de género. “Esto es educar sobre las desigualdades sociales que aún persisten en la percepción del pueblo para que aprendamos a vernos hombres y mujeres como iguales”, expresó.

Invitó, además, a lograr un equilibrio “donde ser hombre o mujer no sea el criterio para lograr acceso a las oportunidades ni para pensar que las mujeres son propiedad de sus parejas, sino compañeros en igualdad de condiciones”.

Otras recomendaciones son evaluar los efectos dañinos de exponer tanta violencia en los medios de comunicación masiva; educar sobre la desconexión moral y cuan fácil nos damos permiso a violentar los valores aprendidos; y crear programas preventivos y de reeducación que contemplen aprender a vivir sin violencia y a manejar el coraje.

El estudio, según Pinilla Díaz, “lleva a entender que estamos normalizando la violencia en Puerto Rico, no importa género, edad o nivel educativo”.

PUERTO RICO HOY

es-pr

2021-05-08T07:00:00.0000000Z

2021-05-08T07:00:00.0000000Z

https://epaper.elnuevodia.com/article/281612423275724

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