El Nuevo Dia

Responsables los medios de no perpetuarla

Los asesinatos de Andrea Ruiz Costas y Keishla Rodríguez Ortiz traen de nuevo el debate sobre qué rol tienen la televisión, la radio y la música en la violencia hacia las mujeres

MARIELA FULLANA ACOSTA [email protected]

Basta con prender la radio o la televisión en el país para saber que queda mucho camino por recorrer en cuanto a la perspectiva de género y la erradicación del machismo en los medios de comunicación. Si bien es cierto que no estamos en la década del noventa, cuando las mujeres eran abiertamente objetivizadas y sexualizadas en programas de televisión, en la publicidad e incluso en la prensa, todavía se siguen reproduciendo discursos machistas y estereotipos que alimentan la violencia hacia las mujeres.

Ni hablar de la falta de representación, sobre todo en la radio AM, donde todavía la mayoría de los programas de análisis político son conducidos por hombres y donde a diario se escuchan comentarios misóginos tanto en programas de corte noticioso como de entretenimiento.

Desde el pasado fin de semana, tras los asesinatos de Andrea Ruiz Costas y Keishla Rodríguez Ortiz, quienes fueron asesinadas y por cuyos crímenes las autoridades arrestaron a Miguel Ocasio Santiago y a Félix Verdejo, respectivamente, ha resurgido el debate sobre cuál es la responsabilidad de los medios ante la ola de feminicidios en el país.

Los medios tienen una gran responsabilidad social en no reproducir los discursos machistas que normalizan la violencia contra las mujeres. Y no basta con crear una campaña en contra de la violencia de género, sino en producir y respaldar contenidos con perspectiva de género que rompan con estereotipos y fomenten la equidad.

Así lo expone la antropóloga y profesora de la Universidad Estatal de San Francisco, Bárbara

Abadía-Rexach, quien explica que los medios de comunicación a pesar de no ser los responsables de la violencia machista, juegan un rol importante para que no se reproduzcan y normalicen discursos y contenidos sexistas y misóginos.

“Las personas que están liderando los medios deberían incorporar talleres con perspectiva de género para todo el personal porque no va únicamente al que se reproduce con la caracterización estereotipada, sino desde quien determina que ese contenido es importante y debe ir al aire hasta el que decide qué imágenes se utilizan para los reportajes”, expone.

“Creo que es un reto para los medios, pero deben asumirlo con responsabilidad porque se nos va la vida a muchas mujeres. Esto tiene que ser un proyecto de país donde los medios de comunicación deberían tomar la iniciativa y empezar a cambiar los contenidos que están produciendo y lo que están llevando al aire. Empezar a autoevaluarse y decir ‘nos hemos equivocado históricamente y ya queremos detener el error que hemos cometido, queremos cambiar’. Eso ayudaría muchísimo”, agrega.

Esa evaluación, observa, debe darse en todos los contenidos, desde los noticiosos hasta los de entretenimiento. Durante décadas, por ejemplo, la comedia en la televisión puertorriqueña se ha alimentado de la violencia machista para provocar la risa. Pero las agresiones y el acoso contra las mujeres no dan gracia, como resaltaba recientemente una campaña del medio feminista puertorriqueño Todas, que en el 2019 denunció el contenido del segmento “Lechonera el Boricua”, del programa “Pégate al mediodía”. En éste, se presentó como un “paso de comedia” una transacción en el cual dos hombres viejos “intercambiaron” a una mujer joven por $50. En ese mismo segmento, así como en otros de la televisión boricua, todavía es motivo de burla o “risa” pellizcar una nalga a una mujer o “devorarla” con la mirada.

“Cuando uno repasa personajes de antes, la cantidad de violencia machista es impresionante, y los que vemos hoy en día, también. Lo que pasa es que muchas veces la gente dice, pero la comedia es sutil o es de doble sentido, pero antes y ahora es el mismo sentido. Quizás antes usaban otro vocabulario y otra ropa, pero era el mismo sentido y la violencia estaba ahí. Así que no podemos decir ‘es que siempre ha estado así’, sino preguntar qué estamos haciendo para cambiar. Las producciones de entretenimiento siguen siendo muy misóginas, muy sexistas y hay que revisarlas, sin duda”, apunta.

De igual forma, debe analizarse aquel contenido que presente como jocoso y como un chiste el que un hombre sea vulnerable, que llore, que sea “dominado” por su esposa -como se presenta en el segmento “Men and the City”, del programa “Raymond y sus amigos”-, ya que esto alimenta las masculinidades tóxicas que hay que erradicar.

“La masculinidad hegemónica reproduce unos comportamientos de que como hombre tienes que ser el macharrán, el fuerte. No puedes ser frágil, no puedes ser vulnerable, no puedes llorar. Es un ejemplo importante para analizar y para eliminar ese tipo de caracterizaciones de ese machismo hegemónico y patriarcal”, afirma la académica, toda vez que aclara que el intercambiar los roles y poner a una mujer como la “dominante” y “fuerte” en una relación, también reproduce los discursos machistas.

“Ese intercambio de rol para decir ya no estamos siendo machistas porque es la mujer la que domina, es un error. Sigue siendo un ejemplo de domino y de opresión. Lo que busca el feminismo y la perspectiva de género es la equidad, no es que alguien someta a otra persona o que se privilegie un cuerpo sobre otro. Sin duda, esa no es la solución y debemos remirarlo, revisitarlo e inclusive en estos programas de comedia la inclusión de personajes afeminados o de la comunidad LGBTT+ son otras formas de contribuir o perpetuar discursos machistas estereotipados, y eso también hay que revisarlo”, puntualiza.

En cuanto a los medios informativos o noticiosos, la profesora de periodismo de la Escuela de Comunicación de la Universidad de Puerto Rico

Lourdes Lugo-Ortiz precisa que tienen una responsabilidad ética y social de informar sobre los casos de violencia de género con seriedad y conocimiento, evitando la espectacularización.

A pesar de que, como señala, el ecosistema periodístico ha cambiado mucho, la televisión sigue siendo un medio poderoso que mucha gente utiliza para informarse. Por eso precisa que los medios informativos televisivos, “tienen toda la responsabilidad del mundo en el sentido de que ellos ayudan a construir un imaginario y a representar nuestra realidad social”, toda vez que pueden asistir o no en la reproducción de la violencia.

Lugo-Ortiz explica que en la década del 70’ muchos informativos del país –así como en Estados

Unidos- comenzaron a tomar elementos del drama para incorporarlo a sus contenidos informativos para que fueran más emotivos. Esto llevó a la espectacularización y la banalización de ciertos contenidos noticiosos. Aunque es un formato que se sigue utilizando, la profesora reitera que adoptar esta estrategia para coberturas de violencia de género provoca que se banalice el contenido, lo que no ayuda a erradicar la violencia machista. Un ejemplo concreto, dice, es el exceso de las transmisiones en directo cuando no hay nada nuevo que informar.

“Cuando haces transmisiones en vivo esperando que algo ocurra y no ocurre nada, lo que haces es anestesiar al televidente o ponerlo en un estado emocional que no ayuda a la información”, afirma. La profesora recomienda a las personas encargadas de los informativos, así como a los y las periodistas, a preguntarse cuándo vale la pena ir en vivo, por qué hacerlo y cómo aporta a nivel noticioso.

También sugiere no caer en preguntas que transmitan valorización de género y recurrir a fuentes expertas en el tema de violencia de gé

“No son los reguetoneros, es el estado, las personas que crean leyes, las que pueden crear un cambio. De qué vale decirle, por ejemplo, a Ñengo que no nos diga pu… en una canción si como quiera el estado no está haciendo nada concreto para protegernos”

NATALIA MERCED

CREADORA DE CONTENIDO DE HASTA ABAJO PROJECT

“Cuando haces transmisiones en vivo esperando que algo ocurra y no ocurre nada, lo que haces es anestesiar al televidente o ponerlo en un estado emocional que no ayuda a la información”

LOURDES LUGO ORTIZ PROFESORA DE PERIODISMO

nero que ayuden a contextualizar e informar. De otro lado, propone que los medios ofrezcan talleres a su personal sobre la cobertura de violencia de género para evitar valorizaciones sexistas y comentarios que normalicen la violencia machista. A su vez, deben compartir contactos para que las víctimas puedan buscar ayuda.

¿Y QUÉ PASA CON LA MÚSICA?

Cada vez que se visibiliza un caso de violencia de género en el país, más de una persona apunta el dedo acusador hacia la música, específicamente hacia el reguetón, señalando que propicia y avala la violencia hacia las mujeres.

El contenido misógino de muchas de las canciones del género urbano no es exclusivo, pues también permea en canciones de salsa, de merengue e incluso en los boleros. Unos más explícitos que otros, reproducen los discursos de violencia machista y de hegemonía masculina.

Juan Otero Garabís, profesor de literatura puertorriqueña del Departamento de Estudios Hispánicos de la Facultad de Humanidades de la UPR, y quien ha escrito sobre música popular, dice que las letras son reflejo de la sociedad y que, si vivimos en una sociedad patriarcal, donde impera la violencia machista, no es de extrañar que muchas de las canciones reproduzcan esos discursos.

Señala que es importante que se estudien y se analicen en ese contexto, precisamente para entender y erradicar la violencia machista, que es un problema sistémico que atenta contra la dignidad y los derechos humanos de las mujeres. Sostiene que no se puede culpar a la música y tampoco se puede apuntar solo al artista que interpreta determinado tema, pues es una responsabilidad compartida entre los ejecutivos de las casas discográficas, así como las radioemisoras, entre otros.

“La música es lo que llama la atención porque es lo palpable, y se apunta hacia ella por muchas cosas que tienen que ver con clase, con género, porque por ejemplo no se habla tanto de las películas y no se habla de otros aspectos de la cultura que son partícipes y que reproducen los discursos patriarcales de una forma naturalizada”, indica, toda vez que afirma que la expresión popular es contradictoria como lo es la sociedad.

Precisa que además de los contenidos misóginos explícitos, vale la pena cuestionar las canciones románticas que perpetúan un discurso igualmente violento contra las mujeres de forma romantizada o aquellos que miden el valor de la mujer por su belleza o por determinado rol.

Natalia Merced, creadora de contenido de Hasta Abajo Project -archivo digital y físico de reguetón-, ha estudiado en profundidad el tema y coincide en algunos puntos con Otero Garabís. Como feminista y especialista en música, raza y género, precisa que, si bien toda persona tiene la responsabilidad de tomar acciones que sean anti-machistas y que traten de erradicar el patriarcado, responsabilizar exclusivamente al reguetón no es responsable.

“El reguetón es una manifestación de la sociedad patriarcal en donde se crea esa música. Así que yo no diría que es la música en sí. Las personas que lo producen no son más ni menos machistas que cualquier hombre que nos grita por la calle. No es que el machismo llegó después del reguetón, sino que el reguetón y el machismo que puede haber en sus canciones es un síntoma de un problema más grande”, explica.

Merced afirma que culpar al género del reguetón es restarle responsabilidad a los que verdaderamente pueden lograr cambios para erradicar la violencia de género y la violencia machista.

“Cuando estamos pensando en cuáles son las acciones que debemos tomar para erradicar el patriarcado y cuáles son las personas a las que le debemos reclamar para que esto cambie, no es a los reguetoneros, es al estado, es a las personas que crean leyes, que son las personas que pueden crear un cambio. De qué vale decirle, por ejemplo, a Ñengo que no nos diga pu… en una canción si como quiera el estado no está haciendo nada concreto para protegernos”, puntualiza.

La escritora también pide cautela al acusar al reguetón de todos de los males de la sociedad ya que éste es un género que proviene precisamente de un sector racializado, marginalizado, pobre, que encontró en este género una forma de visibilizar lo que muchos quieren esconder. Sostiene que una cosa es la misoginia y otra es hablar de forma explícita sobre sexo y violencia.

“Hay un discurso moralista sobre hablar del sexo explícitamente en las canciones. Como feminista no tengo problema con eso porque soy fiel creyente de que hay que hablar de sexo explícitamente y despojarnos de esos tabúes y esos miedos. Pero están estos discursos moralistas que no les importa realmente si es violento contra la mujer o no, es que piensan que no debemos estar cantando canciones sobre sexo o que ese no debe ser un tema para las canciones”, observa, toda vez que afirma que el reguetón puede ser revolucionario de muchas formas, sobre todo en cuanto a la sexualidad de las mujeres.

“Muchas de nosotras y específicamente hablo de mí, veo el reguetón como una manera de expresar mi sexualidad de afirmarme en mi sexualidad porque es algo intrínsecamente caribeño y negro. El reguetón muchas veces inserta a la mujer como una voz partícipe y activa en el sexo y va más allá que una canción, por ejemplo, de Frankie Ruiz donde habla sobre lo que él le va a hacer a la mujer y la mujer está pasiva”.

Al cuestionarle si piensa que el reguetón valida de alguna forma la violencia machista, dice que afirmar eso es “darle demasiado crédito a la música y restarle crédito a las cosas que verdaderamente avanzan la violencia como es la falta de educación con perspectiva de género o permitir que tengamos un funcionario que fue acusado de acoso sexual. Eso permite mucho más la violencia que un reguetonero diga dos o tres palabras explícitas en una canción”.

FLASH&CULTURA

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2021-05-08T07:00:00.0000000Z

2021-05-08T07:00:00.0000000Z

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