El Nuevo Dia

Combaten enfermedad que amenaza los corales en Puerto Rico y el Caribe

La organización Sea Ventures coopera en este esfuerzo de conservación, pero necesitan la ayuda de más voluntarios

LAURA M. QUINTERO [email protected] Twitter: @lauquinterodz

Aunque pequeña, la lancha Acropora les permite desafiar el oleaje en la ruta desde Ceiba. Los tres biólogos marinos que navegan en ella tienen una carrera contra el tiempo: llevan, en neveras de playa, 100 gramos de antibiótico, que expira en 48 horas. Por eso, no se amilanan con la nube grisácea que se divisa al este, y siguen navegando hasta identificar el sitio idóneo donde las corrientes y el oleaje les permita aplicar la medicina sin contratiempos.

Pasadas las 10 de la mañana, anclan el bote cerca del arrecife Mosquito, al norte de Vieques. Se visten con traje de neopreno y chapaletas; se ponen el tanque de aire y chaleco de flotabilidad, y se tiran al mar en búsqueda de corales enfermos que puedan salvar: ellos son los médicos del océano.

Los biólogos del Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA) y Sea Ventures llevan desde verano de 2020 aplicando un tratamiento médico a los corales, para contrarrestar la amenaza de una enfermedad reciente, que puede acabar con colonias de más de 100 años en pocas semanas.

La bióloga Nilda Jiménez Marrero compara la enfermedad de la pérdida de tejido de coral duro (SCTLD, por sus siglas en inglés) con un fuego que se propaga en hierba seca. “Progresa bastante rápido, va matando el tejido del coral. Lo que deja atrás es el esqueleto del coral, que se ve blanco”, explica quien coordina la respuesta a esta emergencia desde el DRNA.

Esta enfermedad se identificó en aguas puertorriqueñas hace apenas año y medio. La infección sumamente mortífera se detectó en el estado de Florida por primera vez, en 2014, y se ha propagado por las Antillas y alcanzado hasta la península de Yucatán en México.

“Si uno se descuida, llega (al arrecife) y lo que hay es un cementerio de corales… porque llega y encuentra todo muerto”, asevera Catalina Morales Ruiz, científica marina de Sea Ventures. Desde finales de 2019, el DRNA y esta entidad han identificado ya 34 sitios infectados desde Culebra, en el este de Puerto Rico, hasta Vega Baja, en la costa norte. En el sur, el brote se ha extendido hasta Ponce.

Los científicos están optimistas de que con estrategias adecuadas y participación ciudadana estén a tiempo para detener las lesiones de alcanzar a los arrecifes de la costa suroeste y oeste de Puerto Rico, donde están las reservas naturales de La Parguera y Tres Palmas.

En una sola visita, en Vieques, los tres biólogos aplicaron el tratamiento a cinco especies de corales masivos, entre ellos, los que se conocen como cerebro y coral pilar. Son apenas dos ejemplos de las más de 40 especies de coral duro que existen en Puerto Rico. Estos seres vivos sirven no solo para la recreación de locales y turistas quienes practican el deporte de buceo, sino también de hábitat para cientos de peces e invertebrados marinos, que son el sustento de pescadores y comunidades costeras.

Además de sus beneficios recreacionales, turísticos, comerciales y económicos, los arrecifes protegen la vida humana, pues reducen la energía de las olas. “Nos proveen esa protección costera ante eventos atmosféricos como son los huracanes y tormentas”, detalla el biólogo Kelvin Serrano Rodríguez, quien también trabaja con el DRNA.

COMPROMETIDO EL DRNA CON LA RESPUESTA RÁPIDA

El trabajo de estos tres biólogos, a los que El Nuevo Día acompañó, va de la mano con la política decretada por el secretario del DRNA, Rafael Machargo Maldonado, mediante una orden administrativa emitida el pasado martes. “Reconozco la amenaza que representa la SCTLD para el ambiente y la economía de Puerto Rico”, estableció como preámbulo al listado de actividades estratégicas con que se propone mitigar y solucionar el problema.

Machargo Maldonado se dispone no solo a instar al público a informar los avistamientos de la enfermedad, sino trabajar con otras agencias para prevenir descargas de contaminación en las vías fluviales, y con los navegantes para evitar que las embarcaciones encallen y dañen arrecifes.

La bióloga Jiménez Marrero aseveró que el tratamiento con amoxicilina ha tenido un impacto muy positivo, pues ha logrado detener las lesiones del coral. “En arrecifes, que tratamos frecuentemente, ves la diversidad de corales vivos, diversas especies y parece más saludable”, señaló la doctora en Oceanografía Biológica al contrastar con los que no. “Arrecifes a los que no hemos podido ir a dar tratamiento… cuando vamos, hemos perdido especies, hemos perdido una colonia de coral grandísima; la mayor parte del coral se ve muerto. Es una diferencia grandísima”, observó.

Los buzos biólogos han visitado 192 colonias más de una vez y aplicado 2,455 tratamientos. Sin embargo, las colonias impactadas por el tratamiento forman parte de solo 14 de los 34 sitios donde ya se ha detectado este problema ecológico.

“Estamos tratando de incentivar grupos a que salgan a dar tratamiento porque somos poquitos y son muchos los arrecifes que hay que proteger”, invita Jiménez Marrero, quien mediante talleres ya ha adiestrado alrededor de 40 voluntarios.

El DRNA estará adiestrando a equipos de buzos adicionales, con la expectativa de que en octubre reciban fondos adicionales de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés).

La agencia federal ya le ha otorgado al DRNA cerca de $20,000 para proteger la biodiversidad de corales ante la amenaza de la SCTLD. El 80% de esta cantidad se ha usado en tratamiento en ocho sitios, indicó Jiménez Marrero.

El trabajo de preservación y mitigación es particularmente importante si se toma en consideración que la formación de solo cinco milímetros –tamaño comparable a un dedo de bebé– de corales puede demorar un año, de modo que hay colonias que han demorado cientos de años en formación.

Para participar de la iniciativa de preservación, escriba a [email protected].

“Estamos tratando de incentivar grupos a que salgan a dar tratamiento porque somos poquitos y son muchos los arrecifes que hay que proteger”

NILDA JIMÉNEZ MARRERO BIÓLOGA Y COORDINADORA DE LA RESPUESTA DESDE EL DRNA

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2021-06-13T07:00:00.0000000Z

2021-06-13T07:00:00.0000000Z

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