El Nuevo Dia

Larga vida a la Central

Antonio Martorell Artista

Leí el Réquiem por la Central de Cezanne Cardona en El Nuevo Día y mi día anocheció al amanecer. El cierre de cualquier plantel escolar es motivo de duelo, pero el de las escuelas especializadas en las artes, lo es aún más. No es casualidad que las quieran clausurar. Los gobiernos opresores les temen a las artes y a los artistas.

Somos todos, escritores, pintores, escultores, músicos, teatreros, danzantes, cineastas, arquitectos y un largo etcétera transformadores de la realidad. Sin menoscabo de la tradición, creamos otra versión que, para el Estado, supone subversión. No obstante cuánto aparentan celebrarnos, constituimos ante sus ojos un peligro.

Coincido con Cezanne en identidades de oficio y de sangre. Él mismo estudió en la Escuela Superior Central de Bellas Artes. Su hijo asiste a esa amenazada escuela, a la cual mi nieta Marola aspira a ingresar el próximo curso.

Soy de la clase de 1956 cuando todavía no era escuela especializada. Entre sus columnas corintias el amor encontró a Jacobo Morales y a Blanca Eró. En nuestro pequeño teatro Myriam Colón y José Ferrer se estrenaron como actores antes de alcanzar la fama en Nueva York y Hollywood. Fue en la Central donde Sylvia Rexach escribió sus primeros boleros y José Luis González sus memorables cuentos. En sus pasillos resonó la risa provocada por Don Cholito y Yoyo Boing.

De esa Central High fue expulsada la maestra Inés María Mendoza por abogar en pro de la enseñanza en español. Allí también Rosita Col Vidal inició uno de los primeros museos del país con la colaboración de sus estudiantes. Jaime Benítez, Roberto Sánchez Vilella, Felisa Rincón y Ricardo Alegría estudiaron en La Central. Ismael Rivera, Tite Curet y Arturo Somohano, la soprano Graciela Rivera, los actores Miguel Ángel Suárez y Antonio Pantoja al igual que los pintores Rafael Rivera Rosa, Myrna Báez, Arnaldo Roche y el escultor Pablo Rubio de allí salieron.

Los poetas Andrés Castro Ríos, Vicente Rodríguez Nietzsche y Edgardo López Ferrer son centralinos. Los atletas Hiram Bithorn, Rodolfo Ayala, Rubén Díaz y Teo Cruz también son hijos de esa institución que en el 2023 cumplirá cien años.

Esta escuela, en su origen Central High School, cuando toda la enseñanza era en inglés, fue parte del adoctrinamiento colonial para suplantar nuestra lengua en la primera mitad del siglo veinte.

Resulta irónico que sea un gobierno pro estadidad el que pretenda clausurar lo que se erigió con propósito asimilista. Ahora convertida en escuela de Bellas Artes, incubadora de artistas, ya no sirve el fracasado propósito.

Quizás por esto y a pesar de la evidencia de cerrar la Central, insisto en celebrar su gloria.

Por el pasado luminoso, el sombrío presente y, sobre todo, el esperanzado futuro, apuesto no solo a nuestros artistas, sino al pueblo al cual nos debemos, a defender el patrimonio tan edificado como edificante donde nuestros hijos y nietos puedan crecer y hacernos crecer como país.

OPINIÓN

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2022-01-29T08:00:00.0000000Z

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