Difícil de borrar la huella de los boricuas en la diáspora
La población de puertorriqueños que vive fuera de la isla alcanza ya casi seis millones, siendo una de las pocas etnias que, según los expertos, no importa los años que lleven en Estados Unidos, se identifican con su gentilicio de origen y legado cultural
JOSÉ A. DELGADO [email protected]
WASHINGTON D.C.– En Estados Unidos, puede no haber otra etnia que afirme con más fuerza su identidad y herencia cultural que la puertorriqueña.
Después de 530 años de colonización española y estadounidense, la diáspora puertorriqueña en Estados Unidos -con sus diferentes acentos y complejidades-, mantiene viva la identidad nacional que trae o hereda desde Puerto Rico, según académicos puertorriqueños.
Nadie debe poner en duda la identidad distinta a la estadounidense -con rasgos caribeños e hispanos-, de los puertorriqueños de la Isla.
Pero, en Estados Unidos solo se tiene que acudir a los desfiles y festivales puertorriqueños que cada vez se multiplican más para ver cómo la diáspora boricua afirma como grupo, con fuerza y en cada oportunidad que tiene, sus raíces y la fidelidad a su bandera, aunque muchos lo hagan en el idioma inglés.
En Estados Unidos, el Desfile del Día Puertorriqueño en Nueva York -la mayor celebración cultural boricua en Estados Unidos-, marca el tipo de evento que llevan a cabo aquí comunidades que tienen sus orígenes en otros países.
Después de 125 años de la invasión estadounidense y en momentos en que hoy, domingo, se cumplen 530 años del desembarco de Cristóbal Colón en Puerto Rico, en Estados Unidos la identidad puertorriqueña “persiste a través de varias generaciones, segundas, terceras, hasta las cuartas generaciones”, dijo el antropólogo Jorge Duany, catedrático de la Universidad Internacional de Florida (FIU).
Para Duany, el hecho de que los puertorriqueños se definen con ese gentilicio aun cuando hayan nacido en Estados Unidos -a diferencia de los cubanoamericanos, mexicoamericanos y otras etnias-, es símbolo de la fuerza de la identidad, aunque pueda argumentarse que sería redundante el término compuesto pues los nacidos en la Isla son también ciudadanos estadounidenses.
“Hay un fuerte sentido de la nacionalidad independiente de la ciudadanía”, sostuvo Duany.
El profesor Duany considera que los puertorriqueños representan una etnia en Estados Unidos y, aún sin soberanía política, una nación en Puerto Rico.
Carlos Vargas Ramos, profesor de Ciencias Políticas y experto del Centro de Estudios Puertorriqueños del Hunter College en Nueva York, sostiene, sin embargo, que los boricuas son una etnia o un pueblo en Estados Unidos, pero no una nación en Puerto Rico debido a la falta de apoyo político a la independencia.
En Puerto Rico, la identidad y el idioma español han sido históricamente símbolos de resistencia. Para la década de 1940, Es
tados Unidos ya había fracasado en imponer el inglés como idioma de la enseñanza. Casi un siglo después, aunque la ley establece que hay dos idiomas oficiales en Puerto Rico, el español es el idioma común, incluido el del gobierno, los tribunales y las escuelas públicas.
En el archipiélago puertorriqueño, según los datos del Censo federal, el 99% de la población es hispana y el 93% nació en la Isla, sostuvo Vargas Ramos.
CADA VEZ HABLAN MENOS ESPAÑOL
Los datos oficiales confirman que el español ha perdido fuerza entre la diáspora boricua en Estados Unidos, que en un 70% nació en este país. Según el Censo federal, el porcentaje de personas de origen puertorriqueño residentes en los Estados Unidos que hablaban español en casa se redujo de 84.6%en 1980 a 50.9% en 2021.
“Estas cifras corroboran que, con el tiempo, el inglés reemplaza inexorablemente a otros idiomas hablados por los inmigrantes y sus descendientes en los Estados Unidos, generalmente dentro de tres ge
“La generación ‘nuyorican’... hicieron valer el hecho de que uno puede ser puertorriqueño sin hablar español” CARLOS VARGAS RAMOS Profesor del Centro de Estudios Puertorriqueños del Hunter College
neraciones. Los puertorriqueños tienden a seguir el patrón general de la pérdida gradual de la lengua materna de los inmigrantes, aunque el español puede sobrevivir más tiempo que otros idiomas en los Estados Unidos”, dijo Duany, quien afirmó que “para la tercera generación de puertorriqueños nacidos y criados en Puerto Rico el idioma inglés es por mucho la principal forma de comunicación, lo que no quiere decir que no se mantenga cierto grado de competencia en español”.
Una encuesta del Pew Research Center, divulgada en septiembre, indicó que entre los puertorriqueños en Estados Unidos el 59% expresó que es extremadamente importante o muy importante hablar en español, un porcentaje por debajo de los centroamericanos (79%), los mexicanos (64%) y los cubanos (63%).
“La generación ‘nuyorican’, es decir los hijos de aquellos que emigraron en los años 1940 y 1950, hicieron valer el hecho de que uno puede ser puertorriqueño sin hablar español”, sostuvo, por su parte, el profesor Vargas Ramos.
El estudio del Pew Research Center indicó que el 54% de los latinos han sido avergonzados por otros hispanos debido a que no hablan español.
“IDENTIDADES PUERTORRIQUEÑAS”
Vargas Ramos sostuvo que la identidad de los casi seis millones de puertorriqueños en Estados Unidos está asentada “por la identificación con Puerto Rico”, pero a su vez “toma un valor y un significado muy particular por lo importante que es la identidad étnico racial en los Estados Unidos”.
“Cuando empezamos a llegar los puertorriqueños a este país, con el cambio del siglo 19 al 20 y, sobre todo, después de la Segunda Guerra Mundial, ya se había es
“Tengo un hijo que habla español, pero mi hija no tanto… mi identidad es completamente puertorriqueña” ELIZABETH ARANDA Profesora de la Universidad del Sur de Florida
tablecido en los Estados Unidos un patrón en el que la identidad étnica y la identidad racial son cruciales… no encajamos nítidamente en lo que eran blancos o negros, por ser blancos y negros, hispanoparlantes, caribeños, católicos”, indicó Vargas Ramos.
Por las diferencias que pueden implicar las costumbres familiares, el lugar de residencia y las integraciones que se dan en Estados Unidos con otras culturas y nacionalidades, Vargas Ramos prefiere hablar de la existencia de “identidades puertorriqueñas”.
“La identidad es bien personal”, dijo Elizabeth Aranda, profesora de sociología y directora del Centro de Investigación sobre el Bienestar de los Inmigrantes en la Universidad del Sur de Florida (USF), al indicar que los expertos utilizan como factores el lugar de residencia -“si es un barrio típico latino”- y el idioma.
Aranda nació en Texas. Se crió en Puerto Rico.
“Llevo viviendo aquí más tiempo que en Puerto Rico. Estoy casada con un ‘americano blanco’. Tengo un hijo que está hablando español, pero mi hija no tanto… mi identidad es completamente puertorriqueña… Mi hija se siente tan puertorriqueña como el que más y se siente insultada cuando le dicen que por no saber español no es puertorriqueña”, dijo la educadora boricua, quien reside en Tampa (Florida).
No es un asunto fácil de categorizar, advirtió Aranda, pues la identidad “no es algo con lo que se nace, sino que algo de lo que la persona se va nutriendo durante su vida”.
Vargas Ramos coincide en que el entorno familiar y comunitario es clave.
“Si mis padres se ven como puertorriqueños, me veo como puertorriqueño, porque la gente de afuera me ve también como puertorriqueña y físicamente nos vemos de una manera distinta y nos identificamos de una manera distinta porque nos identifican también de una manera distinta”, sostuvo.
Para muchos, además, no hay contradicción entre ser puertorriqueño y estadounidense. “Es una manera de afirmar su igualdad con respecto a otras personas en este país, pues precisamente por ser puertorriqueños se les pudiera ver como que no pertenecemos a este país. A medida que se van distanciando de la generación que emigró originalmente a Estados Unidos, pues aumenta esa identidad estadounidense”, subrayó Vargas Ramos.
EL FILTRO POLÍTICO NO SE PUEDE IGNORAR
“Hay un fuerte sentido de la nacionalidad independiente de la ciudadanía” JORGE DUANY Profesor de la Universidad Internacional de Florida (FIU)
El matiz político está presente. La emoción, considera la profesora Aranda, está muy vinculada al debate político puertorriqueño.
Un sector de los boricuas de la diáspora -como los independentistas de Puerto Rico, los que defienden una relación de asociación con Estados Unidos y algunos estadistas-, defienden que el archipiélago puertorriqueño es sociológicamente una nación distinta a la estadounidense.
Como otros latinoamericanos, los puertorriqueños se han enfrentado a la discriminación y en ciudades como Nueva York y Chicago han liderado esfuerzos en favor de la educación bilingüe. Aranda dijo que además hay otras comunidades que resienten el acceso natural que tienen los puertorriqueños a la ciudadanía estadounidense.
Los líderes del Partido Nuevo Progresista (PNP) en Puerto Rico afirman su identidad confiando en que es compatible con la anexión como estado 51 de Estados Unidos. Pero, la identidad distinta y el idioma vernáculo se añaden a las objeciones que levantan los republicanos por cuestiones partidistas.
“Creo que hay una especie de entendido que para poder ingresar a la Unión la mayoría de la gente tiene que comunicarse en inglés y eso obviamente no ha pasado. Si se añade ese fuerte sentido de identidad nacional que se expresa no sólo a través del idioma, sino de la bandera y otras formas de afirmación de la puertorriqueñidad, pues creo que es un freno a la estadidad”, dijo Duany.
Desde su fundación, el PNP ha tenido como razón de ser que Puerto Rico “es su patria, y Estados Unidos su nación”. Los expertos coinciden en que sería extraño para una persona natural de Estados Unidos residente en un estado, hacer esa distinción.
“En el mundo contemporáneo, para la mayoría de la gente son cosas idénticas. No hay una distinción. Todavía (en Puerto Rico) esos dos conceptos se manejan como si fueran dos cosas distintas”, agregó el profesor Duany.
Vargas Ramos considera que quizá solo en Texas haya gente que pueda hacer esas distinciones.
Para la profesora Aranda, en medio de la situación colonial de Puerto Rico, la respuesta está en lo afectivo.
“Cuando hacen el juramento de lealtad a Estados Unidos no pongo mi mano en el corazón. No le voy a prometer lealtad a una nación que ha conquistado y matado a gente a nombre de esa nación... pero cuando oigo La Borinqueña se me salen las lágrimas”, dijo.
La profesora Aranda señaló que es natural “cuando uno está enfrentándose a retos y en minoría” el avivar “ese amor por lo que es suyo y aferrarse a su identidad”.
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2023-11-19T08:00:00.0000000Z
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