“Esto es un proyecto de amor”, dijo la ingeniera ambiental Giselle Balaguer Dátiz , al recorrer los salones abandonados de la antigua escuela Carmen Sanabria de Figueroa, en Cupey, y observar las paredes pintadas con elementos culturales puertorriqueños que aún recuerdan la vida que tenía el plantel.

“Queremos rehabilitarla y hacer un programa de acompañamiento a la niñez abierto a la comunidad donde reciban herramientas de disciplina amorosa, de cómo respetar las etapas de desarrollo de los niños”, agregó Balaguer Dátiz desde la escuela del sistema público, cerrada desde 2018 y ubicada en la urbanización San Gerardo.

Balaguer Dátiz explicó que piensan trasladar del Viejo San Juan a la Escuela Aurora, un proyecto de autogestión comunitaria compuesto por padres, madres y maestros, que ofrece una alternativa diferente de educación a través de la pedagogía Waldorf.

“Somos una escuela autogestionada de un grupo de padres y maestros de clase media baja que queremos ofrecer una alternativa educativa diferente, que respete los procesos de la niñez y no sea un apuro o presión constante. No ver al niño como

una caja vacía que necesito llenar de conocimientos, sino recibir al niño como un ser completo que lo que necesita es acompañamiento para florecer”, expresó.

En febrero de 2022, recibieron el traspaso de la escuela abandonada a través del Departamento de Transportación y Obras Públicas (DTOP) y por una resolución del Comité de Evaluación y Disposición de Bienes Inmuebles (CEDBI). Su contrato es de tres años y esperan extenderlo.

“Aparentemente, han dado otros contratos de escuelas abandonadas y no se cumplen. Entonces, ya el gobierno ha tenido este tipo de experiencia dando contratos de arrendamiento y están siendo cautelosos”, contó.

La escuela Carmen Sanabria pertenece a los 263 planteles escolares que fueron clausurados en 2018, según el Directorio Comprensivo de Escuelas Públicas de Puerto Rico.

“Lo triste es el abandono. Cómo un edificio que está tan bien construido, que es lo que nos dice el ingeniero estructural, terminó cerrado y abandonado. Una estructura que es supersólida y que seguramente, en mayo de 2018, cuando fue la última clase, se veía y estaba en excelentes condiciones. Esto es abandono”, insistió.

El plan de rescate de este plantel escolar está dividido en varias fases para restaurar las cuatro alas de la escuela, que se extiende por alrededor de 26,000 pies cuadrados. La primera fase se enfoca en rehabilita, al menos, ocho salones y dos baños.

La cofundadora del proyecto indicó que en abril se sometió el permiso de uso para poder conectar el servicio de agua y electricidad y comenzar las labores grandes de limpieza.

Además, cortaron la vegetación de la subestación eléctrica que provee energía a todas las alas y anexos de la escuela.

“Vamos bastante adelantados con eso. Tenemos un ingeniero eléctrico que nos está apoyando, nos dio como un 90% de descuento del proceso, o sea que hay muchas personas donando su tiempo y su conocimiento”, mencionó.

Por otra parte, dijo que el DTOP ha tenido experiencias en las que ha dado contratos de uno o dos años y los espacios continúan en las mismas condiciones.

“La comunicación ha sido muy buena. Veo muy posible la extensión de nuestro contrato porque tres años nos pone nerviosos porque es mucho sacrificio”, puntualizó Balaguer Dátiz.

Aseguró que otro beneficio para el proyecto es que la escuela esté dentro de una urbanización con acceso controlado, ya que ha permitido que la infraestructura no haya sido tan vandalizada, como otros espacios en desuso abandonados alrededor de la isla.

PEDAGOGÍA PARA SANAR LAS HERIDAS

Al principio, la Escuela Aurora comenzó como un programa de dos horas a la semana con un grupo de maestros, padres y personas interesadas en mejorar la educación puertorriqueña en un entorno familiar y comunitario.

Desde 2012, también reúne un grupo de análisis gratuito para adultos que estudian y discuten libros sobre pedagogía Waldorf.

De acuerdo con el portal de Escuela Aurora, la pedagogía Waldorf se concentra en “educar la totalidad del niño, equilibrando el trabajo práctico con sus manos, con el progresivo desarrollo de la voluntad individual y de las capacidades intelectuales”.

“Siempre digo que los niños no se portan mal, los niños se sienten mal. Entonces, qué hacemos para crear un espacio y un entorno alrededor de la niñez donde puedan dar lo mejor de sí”, apuntó la educadora en el Mes de la Niñez y de la Prevención del Maltrato a Menores.

Esta enseñanza se centra en otros ritmos de aprendizaje a través del arte y trabajos con las manos, como crear esculturas con barro, pintar con acuarelas, tejer desde muy pequeños y hornear el pan, entre otras actividades.

“Ahora mismo, hay 26 estudiantes y es una escuela joven, pequeña. No hay más estudiantes también porque no caben más. La idea es tener mayor espacio para poder atender y tener más programas”, explicó la educadora.

Llevan alrededor de siete años en el Viejo San Juan y, actualmente, tienen cinco maestros y maestras a tiempo completo y tres a tiempo parcial. Asimismo, ofrecen clases hasta séptimo grado.

“Este proyecto busca también ayudar a los adultos a sanar sus heridas y a trabajar el trauma a través del arte. Las manos son el camino hacia el corazón. Entonces, cuando damos mirada a lo que producimos con nuestras manos, nos vemos a nosotros mismos y podemos comenzar ese camino de sanar esa herida”, resaltó.

En agosto de 2015, recibieron el estatus de organización sin fines de lucro, con su principal proyecto: la Escuela Aurora Waldorf en Viejo San Juan.

Balaguer Dátiz es egresada de la Universidad de Columbia en Nueva York y también ofreció clases allí al graduarse. Además, fue profesora en la Universidad Politécnica de Puerto Rico.

Compartió que, al dar clases a jóvenes adultos, se percató que era muy tarde “porque había cosas que yo estaba enseñando, que se podían haber enseñado a los 3 años”.

“Una de las estudiantes fundadoras es mi hija, y mi otro hijo, de 3 años, empieza el kínder en agosto. Con ella, he visto el fruto de una educación diferente. Ella conoce sus emociones y puede poner límites. Es bien bonito verlo tan de cerca”, contó sobre su inspiración para educar.

Otra motivación para Balaguer Dátiz es que su escuela se encamine a un plan de país para erradicar la violencia contra la niñez en todas sus manifestaciones.

BUSCAN FONDOS PARA MANTENERLA ABIERTA

Hace unos meses, iniciaron su campaña de recaudación de fondos con el fin de conseguir padrinos para la Escuela Aurora. Se propusieron llegar a mil padrinos que con $100 apoyen el proyecto. “Nuestra meta es recaudar $100,000 antes del 1 de junio”, subrayó.

Tienen como meta abrir el 15 de agosto próximo y expandir su matrícula a 60 niños y niñas. Estiman que el proyecto de rehabilitación de una de las alas de la escuela es de $100,000, por lo que se encuentran recibiendo donaciones para completar el proceso antes del próximo año escolar.

Balaguer Dátiz detalló que también están solicitando apoyo de la Fundación Ángel Ramos, iniciativas legislativas y trabajando campañas de recaudación de fondos para lograr completar el proyecto.

“El representante Víctor Parés vino para conocernos y presentarnos a los residentes y que empezáramos a trabajar en conjunto. Tenemos esa visión de que sea un espacio comunitario, porque esa es la visión de la escuela también, trabajar muy de cerca con la comunidad”, dijo entusiasmada, al resaltar que han sido bien recibidos.

Para conocer más sobre el proceso de admisiones, horarios, matrícula y demás programas, pueden consultar en www.escuelaaurora.org/.

“Queremos que los hogares tengan las herramientas para disciplinar a la niñez con amor y respeto. No hay que gritar. No hay que pegar. Los adultos que estamos alrededor de la niñez necesitamos sanar nuestras heridas y crear espacios donde los niños se sientan bien”

GISELLE BALAGUER DÁTIZ

EDUCADORA Y FUNDADORA DE ESCUELA AURORA