El Nuevo Dia

Una protagonista en busca de su destino

CARMEN DOLORES HERNÁNDEZ Especial El Nuevo Día

Leer la novela de un autor novel es siempre una aventura; es adentrarse en terreno inexplorado donde pueden esperar buenas -o menos buenas- sorpresas. Esta primera novela de Vivian López Llamas las depara buenas. Es, en esencia, una novela de aventuras protagonizada por una joven mujer contemporánea, Mariana Andújar, que va en busca de su propio destino. Por el camino encuentra múltiples desafíos y se mete en incontables enredos (si da o no con su destino le toca descubrirlo al lector.) El tema conlleva cierta novedad. Novelas de aventuras ha habido muchísimas: todas (o casi todas) protagonizadas por hombres. Las paradigmáticas con protagonistas femeninas se han ocupado mayormente de peripecias matrimoniales o sexuales.

Pero una mujer que va a trabajar al África, que se enfrenta -en Marruecos y en Nigeria- con todo tipo de personajes (europeos y africanos) difíciles o excéntricos, que debe negociar con funcionarios del gobierno, a la vez que se familiariza con diferentes ambientes: eso no es común.

Con la protagonista es fácil relacionarse: Mariana, en su ilusión de ser libre, tiene que superar varios obstáculos. Puertorriqueña de origen, vive y trabaja en Madrid. Como no está del todo satisfecha con la vida que lleva, acepta el reto de emprender dos viajes imprevistos: uno breve a Marruecos y otro de mayor duración a Nigeria. Con ellos empiezan sus aventuras. Las enfrenta con una sensibilidad muy reconociblemente femenina y con una entereza pasmosa mientras busca su lugar en el mundo sin estar segura de cómo ni dónde encontrará su destino: le es difícil reconocerlo en los destinos improvisados que se le presentan.

Al África llega en calidad de traductora, primero en un viaje improvisado para ayudar a un amigo uruguayo. Ese desvío de lo que piensa que es su destino principal, Nigeria, es un episodio tan dramático como frustrante, pero sienta el tono de una narración en la que las expectativas de Mariana se darán continuamente de cara con las realidades circundantes.

A Nigeria llega finalmente, también en calidad de traductora de un proyecto de construcción que idea el jefe de la compañía madrileña para la que Mariana trabaja. Este personaje -muy bien delineado- de apellido Domínguez, busca sacar provecho del “boom” económico del país africano tras el descubrimiento allí de petróleo a mediados del pasado siglo. La súbita bonanza ha complicado las divisiones tribales internas de un país artificialmente formado por una potencia colonial en retirada -el Reino Unido- que no tomó en cuenta, al constituirlo, las rivalidades entre las múltiples etnias, entre ellas los igbos, los hausa-fulani y los yoruba. La unión no se logró sin el derramamiento de sangre (la guerra de Biafra fue una de las consecuencias de esa unión forzada).

La acción de la novela sucede cuando la ya compleja situación del país se complica aún más por la creciente corrupción de una enorme burocracia, que afecta directamente el proyecto de construcción. Para más dificultades, las relaciones internas entre los miembros de la compañía española resultaban difíciles y frustrantes.

El conjunto diverso de personajes que rodea a la protagonista le presta movilidad a la trama, abriéndola a múltiples experiencias personales. Las relaciones entre los funcionarios de la compañía española ponen de relieve la intersección siempre difícil entre lo personal y lo profesional. El trasfondo nigeriano complica el cuadro. Nigeria tiene una gran tradición cultural: en literatura le ha dado al mundo un premio Nobel -Wole Soyinka- y varios escritores contemporáneos excelentes: Chinua Achebe, Ben Okri, Chimimanda Ngozi Adichie, entre otros. Pero las costumbres atávicas del país les parecen bárbaras a los occidentales, como el Bar Beach Show, que nos estremece al principio. El clima de calor opresivo, la crueldad casual de la vida y la corrupción que todo lo permea conforman, además, varios pasajes que van de lo terrorífico a lo hilarante.

Las descripciones de dos cenas contrastantes -en una marisquería de Madrid y en el palacio del rey de Ibadán- son centrales para transmitir la relatividad del concepto de salvajismo. El nigeriano Chief Taylor rechaza el mal gusto de los europeos cuando presencia la comelata en Madrid. Los españoles tienen idéntica reacción cuando les sirven manjares como roedor asado en el banquete que les ofrece el rey. Según la novela: “Cada uno vive su propia jungla, pero el salvajismo solo lo reconocemos en los demás”.

Una escritura expresiva, gráfica, imaginativa contribuye grandemente al atractivo de una novela de factura eficiente y tema original, con personajes reconocibles y muy humanos, que capta al lector, metiéndolo dentro de una historia a la vez, exótica y entrañable.

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2023-09-24T07:00:00.0000000Z

2023-09-24T07:00:00.0000000Z

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