¿Dónde está Juan Dalmau?
CARLOS DÍAZ OLIVO
En solo una semana, la política puertorriqueña se ha revuelto. Días antes de que el gobernador Pedro Pierluisi oficializara su intención de buscar nuevamente la gobernación, Jenniffer González se adelantó y anunció su intención de retarle mediante un mensaje televisivo.
Por tratarse de figuras de transcendencia dentro del Partido Nuevo Progresista (PNP), no es de esperar que ocurra un desenlace fulminante en el que uno de los aspirantes disponga del otro en días. La colectividad atravesará por un proceso contencioso y doloroso que se extenderá hasta el verano de 2024. Probablemente, el PNP llegue maltrecho a la elección general.
La convulsión interna del PNP tiene como afecto colateral avivar los ánimos en los campos políticos opositores. Es un gran estímulo para cualquier partido político observar cómo su contendor pelea entre sí y se consume. Ya no es solo el Partido Popular Democrático el que se dedica a despedazarse.
El Proyecto Dignidad tuvo una buena semana cuando el alcalde de San Sebastián, Javier Jiménez, se desafilió del PNP y se unió a esta organización junto con su vicealcalde. Se abre así la posibilidad de una lucha por la candidatura a la gobernación entre Jiménez, el doctor César Vázquez y la licenciada Ada Norah Henríquez. Esto denota que el Proyecto Dignidd no es un accidente aislado de una sola elección. Se trata de un movimiento que se incorpora como jugador importante en los procesos electorales futuros. En Puerto Rico existe una porción amplia de la población con orientación conservadora. Esta incluye sectores religiosos, pero también comprende a personas que resienten la intervención continua del Estado en todos los renglones de su existencia. En el pasado, estos sectores buscaban acomodo en los partidos principales. Ya no. Ahora están contestes en que deben tramitar sus luchas mediante un vehículo político propio.
Mientras estos eventos se sucedían, otros participantes del quehacer político atacaban y descartaban la candidatura de la comisionada residente por considerar que no representa un cambio real dentro de los ofrecimientos políticos tradicionales. Ausente de todas estas movidas y reacciones estuvo el Partido Independentista Puertorriqueño (PIP) y su estrella taquillera,
Juan Dalmau. Semejante mutismo nos mueve a preguntarnos: ¿En dónde está Juan Dalmau?
Desde que el Tribunal de Apelaciones confirmó que la prohibición de las candidaturas coaligadas contenidas en el Código Electoral es válida, no se ha escuchado cómo el PIP y el Movimiento Victoria Ciudadana (MVC) habrán de reorientar su estrategia política de unir esfuerzos para potenciar su capacidad como opción electoral. La decisión judicial dificulta esta agregación de fuerzas políticas para el 2024 y quizás la imposibilite en lo que respecta a sus objetivos originales.
De otra parte, Victoria Ciudadana es una amalgama compleja de facciones que hala simultáneamente hacia direcciones encontradas. Algunos de los protagonistas del elenco político del MVC, entre los que se encuentran Rafael Bernabe y Mariana Nogales, participan activamente de un frente anticapitalista que rechaza abiertamente la economía de mercado y promueve el socialismo. Estas realidades pueden llevar a Dalmau a repensar los beneficios reales de la dupla PIP-MVC.
¿Hacia dónde entonces podría y debería moverse Dalmau? Aunque esa es su potestad y responsabilidad histórica, el movimiento independentista en Cataluña le puede resultar ilustrativo. En esta comunidad nacional existen independentistas radicales. Sin embargo, el independentismo es principalmente una fuerza conservadora en términos de filosofía económica.
El PIP podría reorientar su postura económica de sobre cincuenta años y retornar a sus raíces previas a la década de 1960. Esto es, promoverse como una alternativa progresista, pero claramente defensora y protectora de la economía de mercado. Si además estuviera dispuesto a establecer sin ambigüedades que un Puerto Rico independiente sería aliado confiable de los Estados Unidos, entonces sí que estaríamos ante un juego político nuevo, que derrumbaría los estereotipos y estremecería los cimientos políticos actuales.
Difícilmente Juan Dalmau opte o pueda optar por esta reorientación. No solo el PNP y el PPD, sino también el PIP, están sujetos a la dinámica de fuerzas jurásicas. Estas habrán de imponerse e insistirán en el mantenimiento de poses de supuesta vanguardia que nunca avanzan y que al pueblo a quien se dicen representar nada le importan. Como resultado, todo seguirá igual, sin tener que seguir igual, porque a unos pocos se les antoja que siga igual.
“El PNP atravesará por un proceso contencioso y doloroso que se extenderá hasta el verano de 2024”
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2023-10-02T07:00:00.0000000Z
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