Lo de Jenniffer seleccionando a Elmer como su candidato único para Washington es tan arrojado como peligroso. Por primera vez en la historia política moderna de Puerto Rico, una aspirante primarista a gobernadora pide a sus seguidores que además de votar por ella voten también por su seleccionado para comisionado residente, en este caso Elmer Román, y por nadie más. El mensaje claro de González es que los demás candidatos a Washington – el representante Enrique “Quiquito” Meléndez, si finalmente se lanza, y el senador William Villafañe – son platos de segunda mesa que ella no quiere tocar.

Pero si González triunfa sobre el gobernador Pedro Pierluisi – en una carrera en la que goza de una ventaja que se sigue achicando – puede terminar en un “ticket” con alguien que no sea Román. Entonces la campaña por la elección general sería, como mínimo, extremadamente incómoda para ambos candidatos. La oposición – específicamente Pablo José Hernández, del PPD y Ana Irma Rivera Lassén, candidata de la Alianza – explotarían esa tiradera de González a su eventual compañero de papeleta.

Se trata, por tanto, de una movida peligrosa de cara a una complicada elección general.

Pero otra forma de verlo es que González ha sido arrojada en optar por presentarse en tándem con Román, un militar y exfuncionario de Wanda Vázquez, que, en la política, sin embargo, es un perfecto desconocido. Ha sido arrojada porque se siente tan y tan segura de su triunfo, confiada en extremo de que prevalecerá sobre Pierluisi en la primaria, que se da el lujo de anunciarles a sus simpatizantes que su elección tiene que ser necesariamente junto con Román. González siente que tiene el capital político para escoger a su dupla en la papeleta y ningunear a los demás aspirantes como candidatos non gratos para ella. Se percibe a sí misma con la fortaleza interna dentro del PNP como para anunciar que cualquiera que ella unja políticamente, aunque sea un desconocido, será favorecido meramente por su asociación con ella.

Eso, sin duda, es arrojado. Pero, de nuevo, también es muy, muy peligroso.

Quizás Villafañe o Meléndez estén buscando ese abrazo político por parte de Pierluisi para contrarrestar lo de González-Román.

Y el gobernador Pierluisi podría, si quisiera, buscar presentarse como dupla junto con Meléndez o Villafañe. Hasta el momento no lo ha hecho. Y su silencio al respecto puede explicarse de varias formas.

La paciencia extrema y el temple moderado a los que nos tiene acostumbrados Pierluisi pueden deberse a que no está demasiado entusiasmado con las dos opciones que tiene en el menú. Puede deberse también a que no quiere enajenar a ninguno de los dos candidatos que se han ofrecido hasta ahora. Pero la falta de acción de Pierluisi en este rubro también podría ser una muestra de fortaleza. El mensaje de Pierluisi al guardar silencio sobre su favorecido para ser el candidato para DC parecería ser: “no necesito presentarme en equipo con nadie para la primaria porque, contrario a mi contrincante, puedo ganar con quien sea”. Si el electorado penepé en efecto lo percibe así, se vería como una fortaleza de Pierluisi sobre González.

Además, Pierluisi debe haber calculado, correctamente, que no tiene que aliarse formalmente a ninguno de los dos candidatos restantes por la plaza de Washington en el PNP porque, de forma orgánica, ellos tendrán que hacerle campaña en contra a Román y, por extensión, a González.

Las movidas arrojadas, cuando funcionan, son aplaudidas como producto de la valentía y la creatividad. Cuando fracasan, por el contrario, se presentan como errores gigantes producto de la arrogancia. Nadie tiene una bola de cristal para saber si la decisión de González de casarse políticamente con Román será una movida estratégica magistral producto de su valentía y creatividad o si, por el contrario, se percibirá como un error garrafal acarreado por una arrogancia frente a Pierluisi que le impidió hacer una composición fría de tiempo, lugar y espacio.

El próximo verano sabremos.