El Nuevo Dia

Crisis salubrista: una discusión que no se puede postergar

El pasado 11 de febrero de 2023 la Conferencia Episcopal Puertorriqueña, organismo que agrupa a los obispos de las seis diócesis de la Iglesia Católica en nuestro país, emitió una importante carta pastoral cuyo contenido debe trascender de los fieles católicos. La misma atiende uno de los problemas más apremiantes a los que nos enfrentamos como pueblo: la crisis en nuestro sistema de salud.

Cumpliendo con su función pastoral, los obispos buscan que dicho documento inspire la discusión del problema con los principios de la Doctrina Social de la Iglesia e invitan a una amplia, seria y profunda discusión que busque soluciones más allá de las argumentaciones político-partidistas. De hecho, señalan que sucumbir a esta tentación sería un grave error.

Los obispos hacen bien en atender este tema porque el mismo constituye una afrenta a dos principios importantísimos para la Doctrina Social de la Iglesia Católica: la dignidad humana y el bien común. De hecho, no podemos hablar de dignidad humana, un principio cuya protección también está garantizada por nuestra Constitución, si las vidas de nuestros compatriotas están amenazadas por la falta de médicos y otros profesionales de la salud imprescindibles para el apto funcionamiento de nuestro sistema salubrista.

La carta hace un buen diagnóstico del problema. Tenemos una fuga de médicos en nuestro país que ha reducido el número de estos proveedores de 14,000 a 9,000 en tan solo unos años. Todos hemos sufrido las consecuencias de esta situación. La espera por meses para una cita con alguno de estos profesionales, las oficinas atestadas, el personal médico agotado, entre otras tantas.

El derecho a la salud es y siempre debe ser un derecho humano fundamental. El mismo emana de la realidad de que el ser humano tiene una dignidad inherente que debe ser protegida. El artículo 25 de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre de 1948 reconoce el derecho del ser humano a tener una vida digna y a recibir aquellos servicios sanitarios que necesite. Por su parte, el magisterio social de la Iglesia reconoce el derecho a acceder a servicios de salud adecuados como consecuencia de la obligación moral que tenemos todos y, particularmente, el Estado debe garantizar el bien común a todos los miembros de la sociedad.

Todos nosotros somos corresponsables del bienestar de nuestros hermanos y de asegurar que a cada cual se le garanticen sus derechos básicos. Por eso, a todos nos corresponde luchar y exigir de nuestros legítimos gobernantes que se tomen medidas responsables, pero urgentes, que reviertan la crisis en la que nos encontramos. De la misma manera estamos llamados a aportar, de acuerdo con nuestras capacidades individuales, ideas que ayuden a la solución de esta grave situación. Los obispos presentan en la carta una serie de ideas que deben considerarse como punto de partida en la discusión y búsqueda de alternativas para paliar la crisis.

Hacemos un llamado a nuestra clase política y a todas las fuerzas vivas de nuestra sociedad para que, sin demora, acepten la invitación hecha por los obispos puertorriqueños y se comience un diálogo amplio y profundo que nos permita resolver la crisis salubrista. Es una discusión que no se puede postergar.

Hacemos un llamado a nuestra clase política para que acepte la invitación hecha por los obispos puertorriqueños y se comience un diálogo amplio y profundo”

OPINIÓN

es-pr

2023-02-22T08:00:00.0000000Z

2023-02-22T08:00:00.0000000Z

https://epaper.elnuevodia.com/article/281900187396655

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