El Nuevo Dia

Un mural y un machote

Amárilis Pagán Jiménez Feminista y Abogada

Un muralista ha decidido exhibir su violencia machista con obras que agreden a las mujeres representándolas desmembradas y con cuerpos sexualizados y racializados. Parece algo increíble cuando el tema de la violencia hacia las mujeres nos ocupa como país. Pero en el mundo mágico de la cultura boricua, en la que hay toda una fauna de agresores creativos, nada es imposible. Este muralista se lucra con la controversia que generó y hace malabares para decir que lo que todo el mundo ve, no es lo que es y que lo que es, es lo que él tenía en su mente y que quienes no le leen la mente son torpes.

Las feministas sabemos que la cultura es una herramienta perfecta para afianzar y perpetuar la violencia hacia las mujeres. El muralista es un hijo del machismo cultural que vivimos desde las canciones, las obras pictóricas, la literatura y todo un andamiaje de obras artísticas que representan a las mujeres desde estereotipos dañinos, romantizan la violencia machista y dan permiso social a los agresores y feminicidas. Al privilegio de los hombres en estos espacios culturales se contrapone la exclusión de las mujeres. Las mujeres en el mundo del arte han tenido que superar grandes barreras para lograr visibilidad y siguen enfrentando el sexismo, las agresiones, los rechazos, las vedas y hasta el robo de sus ideas y obras por parte de sus contrapartes masculinos. Ahora un muralista se está tratando de robar una causa que les pertenece a las mujeres y se está sumando a la fuerza y sin herramientas intelectuales a un espacio en el que nadie lo quiere.

Cuando un hombre golpea a una mujer y luego le dice que es por su bien, duplica el efecto de su violencia. Da un golpe físico y otro emocional. Cuando esa agresión es pública y al colectivo de mujeres, para luego decir que las agredidas no entienden su mensaje y que él está luchando en contra de la violencia machista, la agresión trasciende las fronteras de lo inmediato y se convierte en una provocación.

En Puerto Rico asesinan a una mujer cada siete días. Hay años en que la estadística es peor. En Puerto Rico también hemos tenido casos en los que las víctimas han sido desmembradas, como las mujeres de los murales machistas y sexistas que dan pie a esta columna. Tristemente estos murales coinciden con un momento en el que se discute la posibilidad de que un asesino confeso, que desmembró a su víctima, salga libre tras cumplir apenas 10 años de sentencia.

Quizás en la memoria de los machos agresores esos casos no existan. Después de todo, se sienten cómodos en la parte de arriba de la cadena de poder. Pero en la memoria de las mujeres, esos casos están presentes porque las lloramos y porque nos reconocemos hermanas de cada mujer que es víctima de la violencia machista. A algunas personas - principalmente hombres- les resulta ofensivo el cartel de “machete al machote” en las manifestaciones feministas al punto de mostrarse ofendidas o intimidadas por la supuesta violencia de dicho texto. Sin embargo, no parece molestarles la imagen de las mujeres desmembradas y el subtexto “machete a las mujeres” que porta este mural. Si sopesamos ambas imágenes y textos en el Puerto Rico de hoy, ¿cuál es el letal?

Tristemente estos murales coinciden con un momento en el que se discute la posibilidad de que un asesino confeso, que desmembró a su víctima, salga libre tras cumplir apenas 10 años de sentencia”

OPINIÓN

es-pr

2024-06-13T07:00:00.0000000Z

2024-06-13T07:00:00.0000000Z

https://epaper.elnuevodia.com/article/281925958173443

GFR Media, LLC