“¿A cuenta de qué?: respuesta al emperador de ASSMCA
Mayra Montero Escritora
El espectáculo fue surrealista y aleccionador. El hombre que dirige la agencia que se encarga de los servicios de salud mental y contra la adicción ( ASSMCA), perdió los nervios ante las preguntas que intentaba hacerle una mujer acreditada en los medios, o sea, una reconocida periodista, quien, para poder entrevistarlo se vio obligada a esperar, de noche, a las puertas de una actividad a la que el funcionario iba a recoger dinero. Peticiones previas para entrevistarlo, fueron denegadas por este sujeto.
La súbita notoriedad que ha alcanzado el administrador de ASSMCA, con sus disparatadas salidas, ha logrado que mucha gente a la que no le sonaba de nada su nombre, como es mi caso, sepa ya quién es.
El caso es que un funcionario que supuestamente debería informarnos, de manera lúcida y articulada, cómo marcha la agencia que se encarga de la salud mental en Puerto Rico, dio la impresión de que en cualquier momento iba a meterse la mano bajo la camisa y chillar que “a cuenta de qué” Napoleón Bonaparte tenía que contestar preguntas.
La única falla de la periodista Valeria Collazo Cañizares fue que olvidó decir las palabras mágicas: “Emperador, serénese”.
Es lo que le hubiera dicho yo en esas circunstancias, pero en fin, cada cual tiene su librito.
Durante los pocos minutos que duró el intercambio, lo rodeaban, inquietos, dos edecanes. Supongo que chofer y guardaespaldas, quienes le pedían que se diera prisa para entrar al salón donde una multitud fervorosa, que alegadamente había pagado $500 por cabeza (se dice y no se cree), ansiaba escucharlo. Parece que el hombre aspira a ser senador.
Conté las veces que Carlos Rodríguez Mateo le dijo a la periodista Collazo Cañizares: ¿A cuenta de qué te lo tengo que decir? Debe ser una frase que le sirve de muletilla, o sea, que la dice todo el tiempo, lo mismo en su elegante oficina que en la calle (en los cafetines se dice mucho ese “A cuenta de qué”), y sospecho que también la dice en su hogar. Si en diez minutos que duró ese encuentro la pronunció diez veces ¿qué podemos esperar de las 24 horas de su vida diaria? Hasta en sueños debe de pronunciarla.
Mucha gente se ha expresado al respecto. Han subrayado la descortesía, la agresividad, el talante hostil con que se cuadró delante de la mujer. Yo lo que vi, sin embargo, fue una declaración de principios. En su lenguaje corporal, en su rostro crispado —desencajado incluso— todo lo que encontré fue la esencia de la superioridad machista.
Quien me conoce sabe que no soy feminista militante, ni de dogmas o fundamentalismos, líbreme Dios. Pero, como dice el poeta, “yo me muero como viví”, y he vivido, hasta el límite de lo posible, no dejándome aplastar por propios ni por extraños. Quiere decir que reconozco cuando un macho alfa —a lo mejor debo decir macho alfalfa—, se le encara a una periodista, a una mujer que considera en desventaja, y se le pone “guapo”, como dirían en la hermana república, para tratar de intimidarla.
Eso hizo Carlos Rodríguez Mateo, flamante emperador de ASSMCA, que cuestionó la inteligencia y la integridad profesional de la mujer que lo entrevistaba. Si el que lo hubiera estado esperando a la entrada del lugar donde iba a buscar dinero hubiera sido José Estévez, Jay Fonseca o Rubén Sánchez, por solo mencionar algunos, apuesto un brazo a que se hubiera cuidado mucho
“Por última vez, le digo esto: a cuenta de que los demás no somos como usted. Nosotros sí trabajamos a cualquier hora para informar, fiscalizar y estar donde se deba estar”
de contestar como lo hizo.
No obstante, como su pregunta favorita es “¿A cuenta de qué te tengo que decir yo a ti?”, me permito contestarle. A la periodista, a mí y a todos los ciudadanos que pagan sus impuestos, el administrador de ASSMCA tiene que rendirles cuenta. Por más de veinte años —por lo menos— él ha estado chupando de las arcas públicas. Es el dinero de los contribuyentes, incluyendo el de la periodista, el que paga su fabuloso salario, el carro en que se mueve, los “ayudantes” que lo miman, y los aires de grandeza que se da. Lo pagamos todo. Hasta sus suspiros.
En un lugar que no fuera ASSMCA, o sea, en una empresa privada, tendría que trabajar con ganas, sin exabruptos machistas (porque eso es demandable), y no podría desentenderse de sus obligaciones a las cuatro y media de la tarde, hora en que él afirma que termina su misión como jefe de agencia.
Los periodistas, y mucha más gente, trabajamos a deshoras. La reportera que lo estaba esperando, sin ir más lejos, tuvo que acercarse a su fiestecita a buscar información porque él no daba la cara al programa en horas laborables. Aquí todo el que trabaja a veces tiene que quedarse un rato, o todo el rato, o toda la noche. Solo a un burócrata con ínfulas se le ocurre decir que termina a las cuatro y media.
La lección: cualquier empleado de cualquier agencia al que le susurren, sugieran o supliquen que se ponga a vender taquillas para una actividad política, y presente evidencia de que lo presionan —mensajes de texto, Instagram, emails—, que corra a poner la querella y vaya enseguida a la televisión. Es su escudo, su defensa, su pata de conejo de la buena suerte porque luego no le pueden tocar ni un pelo.
Por última vez, respecto a la pregunta de Rodríguez Mateo, “¿A cuenta de qué?”, le digo esto: a cuenta de que los demás no somos como usted. Nosotros sí trabajamos a cualquier hora para informar, fiscalizar y estar donde se deba estar.
Ajústese el bicornio y cálmese.
OPINIÓN
es-pr
2023-09-24T07:00:00.0000000Z
2023-09-24T07:00:00.0000000Z
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